Poesías de Amor
Concha Méndez
Concha Méndez Cuesta nació en Madrid en 1898. Siendo muy joven comienza a escribir poesía. Se educó en un colegio francés cuya influencia se observó en sus primeros versos.
Durante la primera guerra mundial conoció a Luis Buñuel quien contribuyó a su conocimiento del Siglo de Oro. Amiga de García Lorca y Rafael Alberti, frecuentó reuniones, lecturas poéticas y exposiciones con la joven generación artística de los años treinta.
En 1926 publicó su primer libro, «Inquietudes», dos años después, «Surtidor» y «Canciones de mar y tierra» en 1930.
La segunda etapa de su obra está marcada por su matrimonio con el poeta Manuel Altolaguirre, su maternidad, el exilio y su posterior separación matrimonial. «Vida a vida» , «Niño y sombras» y «Lluvias enlazadas», son los tres poemarios que hacen parte de esta etapa.
Poetisa Concha Méndez
En una Tarde como Tantas Tardes |
En una tarde, como tantas tardes, y en un gran parque de ciudad lejana, para evadirse del rumor ajeno conmigo misma paseando estaba. Era el frescor intenso, se veían sobre los verdes las señales de agua, agua primaveral que da a la tierra cierta sensualidad que nos exalta. En un remanso del florido parque, junto a un banco de piedra verde y blanca, un gran rosal lucía en la penumbra -la tarde ese momento declinaba-. Me senté a reposar y ancho perfume sentí que en mis sentidos se adentraba. y se me vino al alma extraña angustia. El ala de un recuerdo aleteaba… ¡Ah, sí, ya. sé!… ¡Perfume de unas rosas!… ¡Otro país!… ¡El mío!… ¡Ya llegaba a comprender por qué ¡Era en sus brazos donde un perfume igual yo respiraba! |
Me Gusta Andar de Noche |
En una tarde, como tantas tardes, y en un gran parque de ciudad lejana, para evadirse del rumor ajeno conmigo misma paseando estaba. Era el frescor intenso, se veían sobre los verdes las señales de agua, agua primaveral que da a la tierra cierta sensualidad que nos exalta. En un remanso del florido parque, junto a un banco de piedra verde y blanca, un gran rosal lucía en la penumbra -la tarde ese momento declinaba-. Me senté a reposar y ancho perfume sentí que en mis sentidos se adentraba. y se me vino al alma extraña angustia. El ala de un recuerdo aleteaba… ¡Ah, sí, ya. sé!… ¡Perfume de unas rosas!… ¡Otro país!… ¡El mío!… ¡Ya llegaba a comprender por qué!… ¡Era en sus brazos donde un perfume igual yo respiraba! |
Me Levante Hasta el Sueño |
Me levanté hasta el sueño. En busca iba de no sentir la herida que abrasaba. Las duras flechas del dolor hicieron brotar en mí el clavel de nueva llaga. Corriendo al par carrera con el viento y perseguida por amante llama, la vida es ciervo herido sin remedio, que las flechas le dan veneno y alas. |
Se Desprendió mi Sangre para Formar tu Cuerpo |
Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo. Se repartió mi alma para formar tu alma. y fueron nueve lunas y fue toda una angustia de días sin reposo y noches desveladas. Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte. ¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra? Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda, porque sabe que fuiste y te llevó en la vida, te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas. |
Alameda |
Alameda: guarda bien mis siete años primeros. Y los siete posteriores. Y el carrusel luminoso de mis primeros amores. Alameda; que yo volveré algún día a recoger los mejores ¿sueños? de la infancia mía. |
Ven A Mi |
Ven a mí que vas herido que en este lecho de sueños podrás descansar conmigo. Ven, que ya es la media noche y no hay reloj del olvido que sus campanadas vierta en mi pecho dolorido Tu retorno lo esperaba. De un ángulo de mi vida voz sin voz me lo anunciaba. |
La Isla |
Deslizándome en el agua hasta la Isla he venido. He vagado entre sus brisas. Y por su costa he corrido. Del mar salí llena de algas, con el bañador ceñido. Y tras andar por la Isla, bajo un árbol he dormido. Qué soledad suntuosa! ¡Qué espléndida soledad! ¡Y qué fatigosa vida la vida de la ciudad! |
Balada |
Agua pura corría por el piano. Dulcemente salía del cauce de sus manos. La nostalgia dormía. Y dormía el Ocaso. La Música bebía el agua de su vaso. |
Medianoche |
Medianoche. Canción negra. ¡Y canta mi única estrella!... ¡Que rompan ese reloj y quede a solas con ella! |
La Risa |
Alguien dijo que «la risa es la gran enterradora». Algo se me está enterrando porque río a todas horas. |