Poetisa
Josefina De La Torre
Josefina de la torre nació en 1907 en Las Palmas de Gran Canaria, en el seno de un hogar de la burguesía culta, en cuyo ambiente germinó la vocación que la llevó a comenzar a escribir a los siete años de edad y a empezar a publicar sus versos en revistas literarias desde 1920.
Fue actriz de cine, de teatro radiofónico y de doblaje.
Poesías de Amor de
Josefina De la Torre
Destino |
Destino, ¿qué nombre es el tuyo, cruel y despiadado, que te enfrentas, altivo, a la humanidad? Destino, que nos niegas el pan y la sal, que desafías a nuestras vidas, a nuestros horizontes, al latido de nuestras venas. Destino implacable, inconmovible, dura piedra contra la que nos estrellamos, pobres seres indefensos, con las ilusiones colgando de nuestras heridas? Destino inhumano que nos marcas ferozmente. Toro asesino que nos ensartas en tus astas como peleles, indefensos. ¿Qué nombre es el tuyo, granítico, cimiento indestructible que barres nuestros latidos, nuestras arterias? Ignoto destino; a ti te son adjudicadas todas las culpas, todos los latigazos que recibimos los esclavos de este mundo. ¡Ah, Destino enemigo, rival indefendible, adversario tenaz! Te quisiera de frente, cara a cara, mis puños en tu pecho de atleta presuntuoso y golpearte con mi eterna pregunta: ¿por qué? ¿Por qué esta herida sangrante y desvelada, vacía de respuesta? ¡Oh, Destino! Y una y otra vez lanzar mis puños contra tu inexpugnable fortaleza, hasta sentir tu sangre, ¡sangre mía!, caliente fuego de mi mortal miseria. |
Todos los Días |
Todos los días llama a mi puerta el desconsuelo Estoy vacía y su eco resuena por todos los rincones de mi vida. Se estremece mi sangre que es un hilo de hielo al faltarme el calor de tu presencia. No comprendo el idioma del paisaje; qué quiere decir sol, cielo azul aire. No comprendo mi ritmo, ni mi esencia, ni por qué sigo andando, respirando, contemplando a la gente, a los perros que pasan, a los pájaros que mi balcón visitan diariamente. Ni por qué la mirada, mis ojos, abarcan el entorno que me envuelve. Ya no comprendo nada. El mundo se me ha vuelto un compañero extraño que camina a mi lado y no conozco. ¿Qué quiere decir vida? Ya no encuentro aquel sabor que un tiempo me dejara. Las palmas de mis manos se cierran sin calor, desconsoladas. Que eran tuyos tu casa y tu paisaje; que está en ellos la huella de tus pasos, el hueco de tu cuerpo Y está la casa llena de tu recuerdo. |
Noches |
Noches sobre la playa: rumor de orilla fresca. Blanco batir de remos que la sombra sorprende. Sobre la barra grande los hachones de pesca, y en cuerpo perezoso que en la arena se tiende. En lo alto de la isleta el faro gira y gira. Un denso olor a algas… Venus, la Osa Mayor… Rasguea una guitarra. Una mujer suspira. La brisa trae aromas de madreselva en flor. Y en las noches de luna, sentados en la acera, al ritmo melodioso de una antigua habanera lánguida y cadenciosa con su aire dulzón, evocar las figuras de la memoria mía (Los padres, el hermano, Dolores y María) envuelta entre los pliegues de un viejo pañolón. |
Tu en lo Alto del Balcón |
Tú en el alto balcón de tu silencio, yo en la barca sin rumbo de mi daño, los dos perdidos por igual camino, tú esperando mi voz y yo esperando. Esclavo tú del horizonte inútil, encadenada yo de mi pasado. Ni silueta de nave en tu pupila, ni brújula y timón para mis brazos. En pie en el alto barandal marino tú aguardarías mi llegada en vano. yo habría de llegar sobre la espuma en el amanecer de un día blanco. Pero el alto balcón de tu silencio olvidó la señal para mi barco. Y me perdí en la niebla de tu encuentro –como un pájaro ciego– por los años. |
Yo no se que Tengo |
Yo no sé qué tengo. Si son vuelos locos de tormenta oscura o es reposo lento de inmóviles aguas. Pero todo gira cerca de mi sombra y conmueve el filo de mi pensamiento. Es el mar y el sol y la arena misma y es la vela blanca por la orilla abierta y es todo que vibra dentro de mi sangre y cubre mis brazos de áspero reflejo... No sé qué me pasa. Siento que me espera una hora de luces, un inesperado vaivén del misterio. Y en mis sienes locas, sabias compañeras, ya siento la huella del primer latido. ¡Ah, sonrisas libres de todos los niños, voces olvidadas de todos los viejos, rodeadme ahora, pedidme consejos!" |
La Tarde |
La tarde tiene sueño y se acuesta en las copas de los árboles. Se le apagan los ojos de mirar a la calle donde el día ha colgado sus horas incansable. La tarde tiene sueño y se duerme mecida por los árboles. El viento se la lleva oscilando sus sueño en el aire. |
Gritar |
¡Gritar, gritar, defenderme sola, sin brazos, sin luz! Voz de abierta noche amarga, dominadas rebeldías. Gritar. ¡Mi garganta única! ¡Cuerda de luna y de sol! ¡Vibrante nota del aire! ¡Claro mar del horizonte! ¡Oh, si! Gritar al encuentro, brazos desnudos de arenas, conquista de lo imposible. No quiero cadenas muertas, inmovilidad culpable. ¡Libre, libre, libertada! ¡Mía, solamente, mía! |